A próxima sesión de psicoterapia a la que concurrió Alicia estaba atravesada por un clima de alto erotismo, producto de la sesión anterior donde las historias que había contado habían calentado el ambiente, en particular la narración de sus experiencias sexuales con Laura y las fantasías que había desplegado la visión de esa chica, que a posteriori resultó ser la mujer de Eduardo. Luego de culminar la sesión y como buen psicoanalista que era, se quedo estudiando el material que había desplegado su paciente y llego a la conclusión que cuando comenzó el comentario respecto de esa chica que la había excitado, sabía que era su esposa, y Alicia mantuvo hasta el final el secreto por una cuestión estratégica. Es decir que el propósito de Alicia al realizar esos comentarios no era tan "ingenuos", es decir no estaba preocupada por las fantasías que le provocaba esa joven de polera sugerente, sino que introdujo ese elemento en la sesión con el afán de calentar a su analista, de sacarlo de una posición neutral incluyendo una persona de su familia. Por otra parte, en una pequeña ciudad como la que vivían no era extraño que la gente se conozca, sobre todo cuando es un profesional.
Asimismo, contar la experiencia con Laura no hacía mas que ratificar su disposición bisexual, con lo cual el mensaje era: me calienta tu esposa y me gustaría cogerla, además ya tengo experiencias anteriores en ese sentido. Obviamente, que esta no era una situación necesariamente conciente, pero si bien hasta ahora no había quedaba claro el motivo de consulta de Alicia, a partir de ahora lo que se despejaba es que Alicia había sacado el turno con el objeto (conciente o no) de dar rienda suelta al objeto de su deseo.
Para ello Eduardo tenía decidida la solución terapéutica, Alicia había concurrido vestida de tal forma que quedaba claro el particular esmero que había puesto en los detalles de su vestimenta, parecía que en vez de ir a terapia iba a una "fiesta". Y de alguna manera ese era su anhelo ....
La ajustada blusa traslucía un sujetador que aprisionaba sus pesadas tetas, a simple vista se palpaba que la dimensión del corpiño no daba a basta a contener tanta carne y que por sobre sus limites y contornos brotaba la pulpa de sus pechos pidiendo a gritos ser liberados de tamaña presión. El botón delantero de su prenda estaba desabrochado de tal forma que pretendía ser un "descuido" al vestirse, cuando en realidad quería poner de manifiesto lo estrecho que se encontraban sus tetas, apretándose una contra otra de tal forma que realzaban su delantera en un generoso escote. Invitada a recostarse sobre el diván, se acuesta cruzando sus piernas y exhibiendo las medías de color negro que se prolongan hasta el límite de lo visible. Eduardo hace comentarios introductorios de rigor y posteriormente le manifiesta que en función de lo que había relatado en la sesión anterior, entendía que era importante que ella pudiera asumir su posición sexual en forma no reprimida, para que así descubriera quien era realmente y se dejara de engañar asimisma.
Acto seguido, hace ingresar por una puerta interna a su mujer quien se ubica siguiendo las instrucciones de Eduardo estratégicamente sobre un sillón de dos plazas en diagonal al diván. A continuación le pregunta a Alicia si ella era la mujer con la cual había tenido las fantasías; a lo cual Alicia aún sorprendida y poniendo cara de ingenua baja la mirada y asiente con su cabeza. Eduardo le dice a su paciente que tanto despliegue verbal en relación a la sexualidad debería condecirse con una actitud similar, entonces se acerca a su esposa besándola apasionadamente en su carnosa boca, acto seguido mira a Alicia y le pregunta si aún esta intrigada por los pechos que se esconden tras la polera: ¿Te gustaría ver sus tetitas, no? , te gustaría saber si tienes sus puntitas erectas?, a lo que Alicia responde inmediatamente que sí. Internamente siente que sus jugos inundan su cavidad vaginal, desea fervientemente avanzar sobre el cuerpo de esa mujer y arrancarle de un vez esa polera para chuparle y exprimirle los pezoncitos, pero no se atreve. No puede creer que a escasos pasos suyo se encuentra la mujer que fue objeto de tanta calentura, en ese instante piensa y recuerda la cantidad de noches que se hizo la paja pensando en esa imagen, en ese cuerpo sugerente, en ese rostro de facciones tan seductoras, en esa mirada inocente y perversa al mismo tiempo, días tardes y noches en que se pajeó febrilmente hasta dejar su clítoris rojo fuego de tanto tocarlo, frotarlo, como a una lámpara de Aladino donde en vez de aparecer el genio, el resultado era un sonoro aullido orgásmico.
Eduardo posa su mano sobre la polera de su mujer, a la altura de sus tetas y comienza a masajearlas en forma circular, en Alejandra el rostro va tomando distintos matices y Alicia no puede dejar de mirarla y excitarse con ese cuadro. Eduardo no cesa en el manoseo de su mujer, dirigiéndose hacia Alicia le pregunta: ¿te calienta?, ¿te gustaría pajearte?, mientras tanto no para de toquetear a su mujer, quien a su vez ya ha posado su delicada mano sobre el bulto de su marido que a esta altura empieza a cobrar una dimensión que se hace visible a través de su pantalón. Eduardo se sienta en su sillón y continúa prodigándose placer autoeróticamente franeleando su pija, mientras tanto Alejandra comienza a moverse en forma cadenciosa, como si fuera una stripper ante un improvisado público, lo suyo es realmente maravilloso, mientras sus caderas se sacuden sensual y lentamente hacia un y otro lado, con sus manos franelea sus tetas a través de su polera. Alicia contempla la escena con absoluta calentura, no puede creer que esa mujer que tiene adelante esté tan fuerte, arde en deseos de cogerla, si no fuera porque es una mujer respetable del pueblo, diría que es una puta profesional, de esas escorts de hoteles 5 estrellas que solamente se la cojen personas con mucho dinero, que figuran en catálogos muy reservados y que nadie sabe absolutamente de su actividad de acompañante.
A todo esto, Eduardo mira hacia Alicia y le dice que si quiere seguir mirando va a tener que pagar, que los honorarios son otros; ella caliente como está pagaría aún lo que no tiene para proseguir con esa escena. Entonces Eduardo le dice que deberá poner el cuerpo si no le alcanza, seguidamente Alejandra comienza a desvestirse en forma muy lenta sin dejar de mirar a su marido, quien no aguantando más la presión de su pantalón saca su verga al aire. En este instante le dice en tono imperativo a Alicia: "pajeate putita, no te das cuenta que se nota la cara calentona que tenés". Ella como disciplinada alumna, se toca sus tetas y posteriormente las liberas del yugo del corpiño, revelando en ese acto la excitación que recorría su cuerpo al dejar al descubierto dos pezones enormes totalmente erectos. "Se nota que te haces la paja todos los días, yo te voy a curar" le dice Eduardo. A todo ello Alejandra deja al descubierto sus tetitas, cuya redondez y color excitan aún más a Alicia, tal cual había imaginado sus pezoncitos eran unas puntitas carnosas deliciosas, no parecía que esas tetitas hubieran atravesado la lactancia. Pensando en ello se calienta fantaseando lo hermoso que habrán estado esos pechitos durante un embarazo, se los imagina todos duritos y llenos de leche, piensa en Alejandra apretándolos y desgranando un chorro a presión de deliciosa leche, se representa a ella misma mamando esas tetitas y recibiendo sobre sus labios una lechada nutriente.
Alejandra se recuesta sobre el sillón de dos plazas y Eduardo acude rápido hacia allí, y hunde su rostro sobre las tetas de su mujer con cara de desesperado, como si fuera un caminante en el desierto que encontró un oasis donde calmar su sed, chupa y mordisquea esas tetas hasta generar manchas de coloración violácea producto de la succión y presión ejercida, Alejandra toma el miembro de su marido y lo masturba rítmicamente como si fuera una coctelera llena de jugos en su interior, alterna este batido con masajes en la bolas, luego engulle con su amplia boca toda la pija produciendo gemidos de intenso placer en él . Mientras saborea el poste caliente mira con ojos de gata en celo a Alicia, quien a esta altura ya se ha levantado la pollera y se pajea con su delgada bombachita, mientras que su otra mano no para de apretarse los pezones. Ante la vista de esa mujer que mama sin parar la pija de su marido no puede contener más la calentura y acaba gritando como si la estuvieran desvirgando con un bate de béisbol. Es que dicha situación le hizo recordar otras escena que vivió hacia muchos años atrás con la novia de su hermano, Silvina una chica de clase media- alta, lo que se dice una chica bien y aparte era muy liberal en su forma de ser. La relación que tenían era entrañable y de muy compinches, incluso solían intercambiarse la ropa con motivo de algún evento o fiesta, en una de esas circunstancias Alicia se había quedado contemplando los pechos de su futura cuñada, no fue algo adrede simplemente le ocurrió, de golpe se encontró mirándolos y Silvina rápidamente se percato de ello y tomándoselos y elevándolos con sus manos le dijo: "¿te gustan?", Alicia se sintió abochornada inicialmente, pero no alcanzó a dar la respuesta que su cuñada le comenta: parece que es un cuestión de familia porque tu hermano se vuelve loco, con solo verlos se le para, se le pone dura como un garrote y no sabes la tremenda pija que tiene tu hermano. Escuchar esto le provocaba a Alicia sensaciones encontradas, que iban desde el pudor y vergüenza hasta la excitación, escuchaba lo que le contaba y mientras por un lado le parecía mal lo que le decía su cuñada, por otro ansiaba que siguiera contando cosas. Sin detenerse Silvina le dice: no se si viste el miembro de tu hermano, pero que el te vio las tetas a vos seguro, mas aún me dijo que sus primeras pajas se las hacía pensando en vos. Que en mas de una oportunidad siendo pendejo se metió en tu cuarto y te sacaba los corpiños y se pajeaba tocándolos y sintiéndolos, que inclusive prefería pajearse con los usados porque tenían impregnado el olor de tu cuerpo y que en más de una ocasión tuvo que lavarlos el sin que te dieras cuenta porque los llenaba de leche. También cuando empezaste a tener novios y llegabas mas tarde a tu casa, se pajeaba pensado en tu cuerpo recién cojido y se imaginaba que llegabas con tu cuerpo lleno de leche aún caliente y eso lo enloquecía. Toda esta historia termino con Silvina proponiéndole si no le gustaría ver a su hermano cogiéndola, que esa era una fantasía que siempre le calentaba y que si mantenían el secreto ella podía esconderse en el ropero de su cuarto y observar desde las rejillas de la madera, lo calentón que era su hermano. Luego de unas semanas de vacilaciones y retomando esporádicamente las charlas se decidió y presenció una terrible encamada, de la cual entre otras cosas le quedo grabado el momento donde su cuñada se metía hasta donde su garganta le permitía la pijota de su hermano que realmente era asombrosa, todo ello haciendo la 69 mientras Silvina miraba con cara de puta hacia el placard sin dejar de chupar y tragar.
La situación presente le hizo recordar aquella escena, mientras tanto Eduardo sentado sobre el sillón, le indica a su mujer que se monte sobre su verga, pero mirando de frente hacia Alicia, quien viendo la fenomenal cojida no puede evitar comenzar a masturbarse nuevamente. Arde en deseos de unirse a la orgía, pero espera la señal de su Terapeuta quien como sacerdote del sexo maneja los hilos de la situación. Finalmente, mientras Alejandra no para de cojerse la pija como si fuera una niña jugando en un sube y baja, Eduardo desde atrás toma con sus manos los pechos de su mujer y entre jadeos le pregunta a Alicia: "¿queres comerte las tetitas de mi mujer?, vení putita". Ante la autorización, se avalanza sobre la humanidad de Alejandra; pará desesperada le dice Eduardo, vas a cojerla cuando yo te diga. Nuevamente toma las tetas de su mujer que se bambolean hacia arriba y hacia abajo y le dice a una Alicia totalmente excitada y que no para de pajearse, chupáselas. En el acto, Alicia posa su lengua húmeda y caliente sobre los pezones erectos de Alejandra, realiza movimientos circulares con su lengua y luego engulle todo el pezón dentro de su boca, aumentando su presión y estirándolos hasta el límite de lo tolerable, su rostro desaparece entre las tetas de Alejandra.
Eduardo, le indica: "ahora comele el clítoris", sumisamente Alicia baja y mientras observa como la pija entra y sale de la vulva de su mujer, lambetea los sexos que se unen, luego se dirige hacia las bolas de el chupandolas en el medio del febril movimiento. Alejandra alcanza el orgasmo, Eduardo le dice a su mujer que incorpore y le ordena a Alicia que se chupe el polvo que se había echado su esposa. A dicho fin Alejandra se recuesta, Eduardo se pone de pie y le abre las piernas a su mujer como si estuviera en posición ginecológica y Alicia se abalanza en cuatro patas sobre la hermosa concha que tiene ante sí, saboreando todos los fluidos que emergen mientras que con su otra mano no para de masturbarse hasta llegar a un nuevo orgasmo que se multiplica infinitamente en contracciones multiorgásmica. Ante esa visión, Eduardo no contiene mas y hace estallar su esperma sobre la boca de su mujer. Para reunirse finalmente los tres en un beso donde con sus caras apretadas entrecruzan las lenguas como hilos que se entretejen.
Eduardo le dice: bueno creo que con un par de sesiones más te puedo dar el alta.
D. G . Nerado
Monday, December 11, 2006
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